jueves, 8 de enero de 2015

GEOGRAFIA DE LA ALTERIDAD O DE LA VIRTUALIDAD

 GEOGRAFIA DE LA ALTERIDAD O DE LA VIRTUALIDAD

Deleuze tiene una concepción más inmanente del Afuera haciéndolo menos dependiente de los focos de exterioridad demasiado visibles o localizados, aún si están presentes, en El Antiedipo, y con que claridad, todo tipo de margenes y minorías. Pero él insiste en muchas oportunidades: no se trata de un culto a las minorías, a lo extranjero o del Otro, sino del devenir-minoritario de la gente, del devenir-extranjero de la lengua, del devenir-bastardo del escritor o del devenirotro de todos en cada uno. Pero esto entraña igualmente el devenir-otro de este o aquel en el que se ha devenido. En ese sentido, no se trata de idealizar a los esquizofrénicos o a las minorías o al extranjero o a la figura demasiado molar del Otro, con los riesgos de fetichización y mistificación piadosa de la alteridad, operación que ataría, al Otro, a su identidad en sí (loco, negro, judío, etc.). de ahí la doble dirección del devenir: devenir-otro para que el otro pueda devenir otra cosa que el mismo. En el caso de la locura, es todavía más claro. Es decir: no de elogio de la locura o del loco, sino de la procesualidad de la que el hecho psicosocial de la locura es una triste fijación. La desgracia en la locura vendría del hecho de que la figura social que ha sido llamada a testimoniar por sí misma la desterritorialización como proceso universal sucumbe forzosamente bajo el peso de esta delegación insoportable. De ahí la consigna de liberar en todos los flujos el movimiento esquizoide, de tal suerte que ese carácter no pueda ya calificar más que un residuo particular como flujo de locura. En todo caso, “la esquizofrenia como proceso es lo único universal” . Deleuze-Guattari retoman la profecía siniestra de Foucault a propósito de la desaparición inminente de la locura como exterior y la invierten completamente, dándole un sentido casi jubilatorio. La abolición progresiva de las fronteras binarias entre locura y no-locura no es vista como una perdida de exterioridad, sino más bien como una ganancia de exterioridad. El afuera ya no está atrapado sino liberado de su cerradura en los espacios confinados o privilegiados. Si no está encerrado en contornos reconocibles (locura, arte,literatura, revolución) podrá al fin esparcirse por todas partes o surgir en cualquier parte. La alteridad no está más allá de una frontera, ni forzosamente en las márgenes deshechas ni en un tiempo por venir. Es una virtualidad de líneas que nos componen y de devenires que manan. Esta geografía sin fronteras, indiferente a la dialéctica en la que se afrontan el Mismo y el Otro, no representa entonces necesariamente la victoria de una pretendida totalidad, de la que Deleuze y Foucault nos han enseñado a reírnos siempre. Deleuze decía,de un supuesto pensamiento planetario unidimensional, ya en 1964, a propósito de Kostas Axelos: “hay un punto en el que ese nihilismo homogenizante se vuelve contra sí mismo,con el más extraño de los efectos: devuelve las fuerzas elementales a sí mismas en el juego bruto de sus dimensiones…”10. El afuera, que se supone abolido, no hace más que reaparecer en tanto que pluralidad inmanente, agonística generalizada, heterogénesis, diría Guattari. A mi modo de ver Toni Negri ha heredado por completo esta concepción de fondo, cuando habla de la “subsunción” de la economía, de la cultura y aún del bios social a un biopoder total que abrazaría todos los elementos de la vida social. Pero justamente contrariando el confort intelectual que ofrecía la constatación de impotencia frente al encierro del poder, él subraya que esta aparente totalización tiene un efecto muy paradójico y no lineal: en lugar de unificar todo, ese proceso crea un medio de pluralidad y de singularización no domesticables. De ahí la insistencia en la naturaleza “abierta” del poder contemporáneo, en el que la soberanía ha sido privada de su unidad y se ve atravesada por antagonismos multitudinarios que es necesario cartografiar de manera dinámica, sin presuponer de manera fetichista el encierro del gobierno respecto de los movimientos que lo modifican y desvían por todos lados. Es quizá en ese contexto teórico que se podrían repensar ciertos desafíos contemporáneos, menos bajo la sombra dialéctica del Mismo y el Otro, que bajo el signo inmanente del Afuera y de su fuerza de desgarramiento.

Peter Pál Pelbart. Cartografías del afuera  acceder


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